Chile es un país pequeño
“Chile es un país pequeño”, es la frase que he oído desde que llegué a vivir acá hace más de una década. La oía cuando preguntaba por qué no se hacían determinadas inversiones o innovaciones que sí se hacían ya en otros países. Era y es una frase a la que rápidamente contraataco con: “Finlandia, o Suecia o Suiza son países pequeños, Chile no”. Por supuesto que en términos de población, no de renta per cápita.
Y esta frase viene a colación de lo que a muchos nos preocupa en Chile, que es el nivel de innovación y crecimiento económico asociado que hay en nuestro país. En un artículo anterior mostraba la baja inversión en I+D, según el estudio de la OCDE, donde fuimos los últimos de la fila, y donde apostaba por una mayor industrialización, lo que conllevaría una mayor inversión en I+D y, por tanto un aumento de la riqueza país.
En las últimas encuestas aparecidas sobre innovación en 2017, una de las más usadas en el mundo, dirigidas por la Oficina Mundial de Propiedad Industrial (OMPI) y por el INSEAD, nos muestra en el puesto 46, mientras que países como Finlandia, Estonia o Suecia, mucho más pequeños en población que nosotros, están en meritorios puestos superiores. En otra encuesta, la Consumer Technology Association (CTA), aparecemos en el último lugar de los Innovation Adapters, muy por debajo de los Innovation Leaders y los Innovation Champions.
En una agradable reunión que tuve hace unos días con un colega, él expresaba su temor de que una inversión en innovación podría significar muchas pérdidas de puestos de trabajo; sin duda una eterna discusión en medios de comunicación y en ambientes intelectuales, en los que se debate si la irrupción de nuevas tecnologías nos va a dejar en la calle o no. Apasionante tema y, como soy del grupo de los optimistas, le respondí que era dificil de predecir en el largo plazo, pero que en anteriores revoluciones industriales el sistema económico, como ha pasado siempre, se ha adaptado al cambio tecnológico, y nuevamente generará nuevos e inimaginables (por ahora) empleos. Todavía no sabemos o no podemos imaginarnos qué cosas disruptivas se van a producir, igual que no suponíamos hace diez años que haríamos la compra por internet o que te podría operar un robot.
Lo que sí sabemos, porque se ve, es que a nivel mundial los ecosistemas innovadores creados en varios países tienen tasas de desempleo sensiblemente menores que las zonas no innovadoras. Esto es porque el mejor talento innovador y científico emigra de las zonas no innovadoras a las que sí lo son. Y es que, en mi opinión, se está dando una dinámica de flujos que redistribuye el talento, la tecnología y el trabajo; y los reconcentra en las zonas de innovación, en un efecto de realimentación positiva, haciendo además que las industrias se muevan a esos ecosistemas, con lo que pueden aprovechar mucho más las innovaciones, creándose más oportunidades y mejor nivel de vida.
En esas zonas innovadoras se desarrollan las tecnologías del futuro, que son exportadas a las zonas no innovadoras, donde, por ejemplo, se despliegan en forma de automatización de cadenas productivas. El problema es que estas zonas no innovadoras no aprovechan el impulso innovador y podrían generar más desempleo.
¿Qué nos pasa en Chile? Desgraciadamente veo cada vez más emprendedores en innovación que emigran hacia otros lugares, fundamentalmente Estados Unidos y Europa, donde además de emprender un programa de innovación terminan aplicándolo a la industria respectiva. Seguramente esa innovación vendrá a Chile, pero en forma de producto terminado o de industria manufacturera con nula intervención en la innovación, y por tanto con pocas posibilidades de añadir valor al producto final.
Es claro que a nivel mundial y local los flujos de talentos, tecnología, trabajo y mayor inversión, van hacia los ecosistemas innovadores, dejando los no innovadores con menores posibilidades de inversión.
¿Cuál puede ser la solución en nuestro caso? En mi opinión, la formación de clusters, pero esto lo dejo para el próximo artículo.
Rafael Ruano, asesor de empresas
Columna de opinión en El Libero – Publicado el 27.05.2018
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